Fiódor Dostoievski
A los dieciocho años, la noticia de la muerte de
su padre, torturado y asesinado por un grupo de campesinos, estuvo
cerca de hacerle perder la razón. Ese acontecimiento lo marcó como una
revelación, ya que sintió ese crimen como suyo, por haber llegado a
desearlo inconscientemente. Al terminar sus estudios, tenía veinte años;
decidió entonces permanecer en San Petersburgo, donde ganó algún dinero
realizando traducciones.
La publicación, en 1846, de su novela epistolar Pobres gentes,
que estaba avalada por el poeta Nekrásov y por el crítico literario
Belinski, le valió una fama ruidosa y efímera, ya que sus siguientes
obras, escritas entre ese mismo año y 1849, no tuvieron ninguna
repercusión, de modo que su autor cayó en un olvido total.
En
1849 fue condenado a muerte por su colaboración con determinados grupos
liberales y revolucionarios. Indultado momentos antes de la hora fijada
para su ejecución, estuvo cuatro años en un presidio de Siberia,
experiencia que relataría más adelante en Recuerdos de la casa de los muertos.
Ya en libertad, fue incorporado a un regimiento de tiradores siberianos
y contrajo matrimonio con una viuda con pocos recursos, Maria
Dmítrievna Isáieva.
Tras
largo tiempo en Tver, recibió autorización para regresar a San
Petersburgo, donde no encontró a ninguno de sus antiguos amigos, ni eco
alguno de su fama. La publicación de Recuerdos de la casa de los muertos (1861) le devolvió la celebridad. Para la redacción de su siguiente obra, Memorias del subsuelo
(1864), también se inspiró en su experiencia siberiana. Soportó la
muerte de su mujer y de su hermano como una fatalidad ineludible. En
1866 publicó El jugador, y la primera obra de la serie de grandes
novelas que lo consagraron definitivamente como uno de los mayores
genios de su época, Crimen y castigo. La presión de sus
acreedores lo llevó a abandonar Rusia y a viajar indefinidamente por
Europa junto a su nueva y joven esposa, Ana Grigorievna. Durante uno de
esos viajes su esposa dio a luz una niña que moriría pocos días después,
lo cual sumió al escritor en un profundo dolor.
A
partir de ese momento sucumbió a la tentación del juego y sufrió
frecuentes ataques epilépticos. Tras nacer su segundo hijo, estableció
un elevado ritmo de trabajo que le permitió publicar obras como El idiota (1868) o Los endemoniados
(1870), que le proporcionaron una gran fama y la posibilidad de volver a
su país, en el que fue recibido con entusiasmo. En ese contexto
emprendió la redacción de Diario de un escritor, obra en la que
se erige como guía espiritual de Rusia y reivindica un nacionalismo ruso
articulado en torno a la fe ortodoxa y opuesto al decadentismo de
Europa occidental, por cuya cultura no dejó, sin embargo, de sentir una
profunda admiración.
En 1880 apareció la que el propio escritor consideró su obra maestra, Los hermanos Karamazov,
que condensa los temas más característicos de su literatura: agudos
análisis psicológicos, la relación del hombre con Dios, la angustia
moral del hombre moderno y las aporías de la libertad humana. Máximo
representante, según el tópico, de la «novela de ideas», en sus obras
aparecen evidentes rasgos de modernidad, sobre todo en el tratamiento
del detalle y de lo cotidiano, en el tono vívido y real de los diálogos y
en el sentido irónico que apunta en ocasiones junto a la tragedia moral
de sus personajes.
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